Creemos que las personas que viven con enfermedades mentales deben ser tratadas con el mismo respeto que las personas que no tienen una enfermedad mental. Ocultar el diagnóstico de una persona mentalmente enferma no solo no respeta el derecho de la persona a la información relacionada con su propia salud y bienestar, sino que tampoco se ha demostrado que sea beneficioso o contributivo para la recuperación. Puede parecer útil, pero en la mayoría de los casos, engañosamente es una forma más sencilla de lidiar con el problema. A la larga, es más dañino y se ha observado que retrasa la recuperación.
Las personas con enfermedades mentales no carecen de inteligencia. Sí, la capacidad de pensar y su percepción se ven comprometidas temporalmente mientras los síntomas de la enfermedad están activos. Sin embargo, mantener a alguien ignorante de su enfermedad le está dando a la persona solo la mitad de posibilidades de recuperación.
Para explicar…
El tratamiento de las personas que viven con enfermedades mentales actualmente se considera en gran medida como el trabajo de un médico. En todo el mundo, el tratamiento de una enfermedad mental comienza y termina con tratamiento médico. Creemos de manera diferente. Hemos aprendido que aunque la medicación y otras intervenciones médicas son muy importantes y juegan un papel integral en la recuperación, la tasa de recaída es definitivamente menor cuando el tratamiento también incluye consejería y otras intervenciones psicosociales. Estas intervenciones se basan en la divulgación del diagnóstico y se esfuerzan por aceptar la enfermedad, volver a aprender las habilidades necesarias para la toma de decisiones independiente, identificar y determinar la recuperación y los objetivos de la vida y aprender a evaluar el propio progreso hacia esos objetivos.
Es a través del asesoramiento y los enfoques psicosociales que se puede cultivar la comprensión de la condición y la situación de uno. Sin una visión, el paciente se ve privado de la oportunidad de asumir la responsabilidad de ayudarse a sí mismo, haciendo que el individuo dependa por completo de otra persona. Esta dependencia conduce a muchos más problemas que complican el proceso de tratamiento. Al ser abierto y honesto con la persona misma y ofrecerle apoyo a través del proceso de recuperación, cuestiones como el cumplimiento de la medicación también dejan de ser un problema ya que la persona misma ha entendido claramente la necesidad del tratamiento.
Tanto la familia como el paciente deben recibir información detallada relacionada con la condición del individuo de manera oportuna y apropiada. El trastorno del individuo debe discutirse de una manera que parezca menos amenazadora y simple, es jerárquico y comprensible.