Es importante entender que las vacas no obtienen su nutrición directamente de la hierba. Obtienen su nutrición de las bacterias que viven en sus entrañas.
Las vacas (y la mayoría de los otros mamíferos que pastan) tienen una cámara extra llamada rumen frente a su estómago. Esta cámara está llena de bacterias, y el pasto que comen permanece en el rumen durante muchas horas mientras las bacterias lo digieren y lo descomponen, y usan parte de la comida para multiplicarse y crecer. Periódicamente, las vacas llevan a la boca parte del pasto parcialmente fermentado, donde lo mastican para descomponerlo mecánicamente y ayudar a que la digestión bacteriana avance. Esto se llama “masticar su bolo alimenticio”. Eventualmente, la masa fermentada de hierba mezclada con muchas bacterias entra al estómago, donde la vaca lo procesa con ácido de la misma manera que otros vertebrados, y luego al intestino donde se absorben los nutrientes.
Las vacas dependen aproximadamente del mismo conjunto de vitaminas, minerales y macronutrientes que nosotros, a excepción de la vitamina C que sus cuerpos pueden sintetizar. Obviamente, el pasto contiene muchos carbohidratos, en forma de celulosa, que las bacterias pueden digerir aunque los animales vertebrados no puedan hacerlo. También contiene vitamina A en forma de carotenos, que las vacas pueden absorber. Finalmente, contiene minerales como calcio, magnesio, hierro, etc. que ha absorbido del suelo. Las otras vitaminas necesarias son producidas por las bacterias intestinales en el curso de su propio crecimiento, junto con muchas proteínas y lípidos. Las vacas luego digieren las bacterias que han digerido el pasto, y así pueden obtener la nutrición que necesitan.
Algunas de las bacterias permanecen en el rumen hasta que llega la siguiente carga de pasto, en cuyo punto pueden comenzar a multiplicarse y volver a crecer. Es un bello ejemplo de simbiosis que es beneficioso para la vaca y la bacteria.
