Este tipo de información detallada no está disponible desde dentro de Corea del Norte, por lo que todo lo que podemos hacer es especular.
El libro Nothing to Envy de Barbara Demick cuenta, entre otras historias, la historia de un médico que desertó de Corea del Norte. Según ella, los hospitales dejaron de distribuir medicamentos hace mucho tiempo, ya que el país no podía fabricarlos ni importarlos. Los profesionales médicos pasarían horas recogiendo hierbas y otras medicinas tradicionales solo para poder dar algo a los pacientes.
Lo peor de los tiempos de escasez parece haber terminado, pero el país sigue siendo muy pobre y muy aislado. Sin duda, la élite puede obtener productos farmacéuticos, pero no la gente común. Por lo tanto, la situación es probablemente la misma que en cualquier otra parte antes de que se inventaran estos medicamentos, y cualquiera que los necesite para funcionar es profundamente desafortunado incluso para Corea del Norte.