Un antibiótico es una sustancia medicinal que expresa una alta toxicidad hacia las bacterias, al tiempo que expresa una toxicidad comparativamente baja para los humanos, la más notable es la penicilina, que contiene un agente que se une a proteínas funcionales esenciales en las células bacterianas que les permiten sintetizar su peptidoglicano paredes celulares. Cuando las bacterias expuestas a la penicilina intentan replicarse, en su lugar destruyen sus paredes celulares, y esto finalmente resulta en la muerte de la célula bacteriana.
Eso no quiere decir que un antibiótico haga lo mismo con un virus. Un virus es estructuralmente bastante diferente de una bacteria, y no posee una pared celular, sino una capa de proteína que contiene proteínas funcionales que sobresalen de su superficie. Los agentes antivirales se unen a estas proteínas para limitar los efectos del virus. Un ejemplo de esto serían los medicamentos antirretrovirales, como Tamiflu, que inhiben la neuraminidasa1 (N1) en el virus de la gripe H1N1.
La penicilina y otros antibióticos no contienen material vivo, sino simplemente las sustancias derivadas de ellos.