La pregunta clave que debe hacerse al considerar las rutas de administración de medicamentos es: ¿dónde queremos que vaya este medicamento?
En un paciente con sepsis (bacterias en el torrente sanguíneo), queremos poner un antibiótico en la sangre para combatir la bacteria lo antes posible. La forma más rápida de hacerlo es, obviamente, la administración intravenosa, ya que podemos administrar el medicamento directamente donde queremos que vaya: la sangre.
La administración IV de medicamentos también es útil en muchos otros casos en los que la sangre no es necesariamente el objetivo, ya que el sistema circulatorio tiene acceso a casi todos los tejidos del cuerpo. Por ejemplo, queremos obtener quimioterapia directamente en las células cancerosas, pero esto no es posible con la tecnología clínica actual (a pesar de los usos experimentales de las nanopartículas y las terapias dirigidas a anticuerpos). Así que lo administramos en el sistema circulatorio, la autopista del cuerpo humano, con la esperanza de que parte de él sea transportado desde las venas hasta el corazón, desde las arterias hasta los capilares que alimentan los tumores.
(Además, la administración IV evita los llamados efectos de “primer paso” de administrar un fármaco por vía oral. Cuando el sistema digestivo absorbe las drogas (como cualquier otra cosa), se transportan a través de la circulación portal al hígado, que a menudo degrada o inactiva una porción significativa del medicamento, reduciendo la concentración que podemos administrar).
Ahora, en algunos casos, el lugar donde queremos que vaya el medicamento son los pulmones. Esto es especialmente cierto para los medicamentos para el asma, incluidos los agonistas beta como el albuterol y los esteroides inhalados como la fluticasona, que actúan directamente sobre las células musculares y epiteliales que recubren las vías respiratorias. En estos casos, sería ridículo administrar un medicamento por vía intravenosa (lo que requeriría que viaje a través del sistema circulatorio hasta la vasculatura pulmonar y luego se difunda en las células a las que nos dirigimos) cuando pudiéramos simplemente inhalar al paciente y lo lleva directamente a las vías respiratorias en milisegundos.
Entonces, ¿la inhalación es la forma más rápida de administrar un medicamento? Depende de dónde quiera que vaya el medicamento.