En primer lugar, debe tener el conocimiento médico que sea relevante para diagnosticar la enfermedad que tiene el paciente (acceso a la tecnología necesaria para establecer el mejor diagnóstico posible). Una vez que sepa lo que tiene el paciente, debe tener los conocimientos y los recursos para tratar al paciente.
Debe conocer las opciones, los pros y los contras de cada opción y debatirlas con el paciente: debe saber cuáles son las prioridades del paciente, lo que es valioso para él y seleccionar el tratamiento que de acuerdo con su conocimiento y las capacidades son mejores para ese paciente: si, por ejemplo, usted sabe que un paciente específico podría ser mejor tratado por otra persona, debe ofrecerle referir al paciente a quien le pueda dar los mejores resultados.
Lo más importante es que debe preocuparse por el paciente y buscar su beneficio por encima de todo lo demás.