- Debemos migrar hacia una autogestión de la salud más individual, tal como lo hacíamos antes de que tuviéramos antibióticos milagrosos, cirugías y los muchos tipos de tratamientos que tenemos ahora. Como individuos, tenemos más control sobre la salud que cualquier proveedor de atención médica al que accedamos.
- El cuidado de la salud se distribuirá cada vez más de forma remota y se informará mediante una recopilación de datos mucho más sólida y continua que la que está disponible actualmente. El término “yo cuantificado” se ha acuñado para describir este proceso de traducir nuestros hábitos diarios en cantidades voluminosas de datos que un proveedor de servicios de salud tratará de analizar y administrar.
- Incluso cuando interactuamos cara a cara con un proveedor, habrá una mayor variedad de lugares para la atención, incluido un retorno parcial a la atención móvil.
- Seremos mucho más sensatos en la prevención de lesiones. Es una locura que hayamos gastado tan poco esfuerzo tratando de reducir los accidentes automovilísticos y las lesiones deportivas, a pesar de que aumentan los costos de la atención médica al igual que las enfermedades y las enfermedades.
- Necesitaremos la voluntad política para cambiar una gran economía basada en alimentos ricos en calorías, insalubres, altamente procesados y azucarados. No sé si esto puede hacerse sin repensar de manera fundamental cómo creamos valor económico. El fácil acceso a alimentos baratos, atractivos, sabrosos y ricos en calorías tiene que cambiar.
- Cómo lidiar con el final de la vida de las personas tendrá que abordarse de manera más directa. La crítica al financiamiento de los “paneles de la muerte” retrasó este esfuerzo por varios años. Tiene que acelerarse, y las respuestas no serán claras ni completamente satisfactorias.
- Tenemos que descubrir cómo y cuándo proporcionaremos costosos medicamentos especializados a las personas con afecciones potencialmente mortales, cuando las probabilidades de éxito son relativamente bajas.
- La genética estará más integrada en la práctica sanitaria.
Como dijo uno de los que respondieron, “el éxito” puede llevarnos a la bancarrota.