Los riesgos incluyen malestar físico, incapacidad para moverse con gracia, dificultad para encontrar ropa a la moda, incapacidad para tolerar el ejercicio vigoroso, cansancio fácil, erupción o crecimiento de hongos en los pliegues de la piel, pérdida de equilibrio, incapacidad para ponerse en cuclillas o sentarse con las piernas cruzadas o levantarse despegue, incapacidad para caber en los asientos de un avión o detrás del volante en ciertos autos, desgaste de rodillas y caderas, presión arterial alta, apnea del sueño y ronquidos, mayor riesgo en cirugía y susceptibilidad a la diabetes tipo 2, accidente cerebrovascular o ataque al corazón.
Si bien uno puede perder peso con un esfuerzo concentrado y sacrificio, uno puede recuperarlo nuevamente incluso más rápido.
Y luego están los efectos secundarios sociales: desprecio, miradas y comentarios vergonzosos, falta de respeto y subestimación de habilidades.
