Eso depende de cómo definas el lugar común; hay varios
enzimas diseñadas racionalmente en uso ya. Por ejemplo, muchos detergentes usan una lipasa modificada diseñada para mantenerse activa a pesar de la presencia de jabones y agua caliente. Por supuesto, la dificultad del diseño personalizado de una enzima depende de su función y de cómo quiera cambiarla. Los intentos de aumentar el rendimiento de RuBisCo, la enzima que impulsa el paso limitante de la tasa de fijación de carbono en la fotosíntesis de las plantas, ha estado en curso durante décadas y solo ha tenido éxitos marginales.
En última instancia, para poder personalizar rápidamente cualquier enzima conocida, tendremos que ser capaces de modelar cómo se pliega la proteína y cómo interactúan sus sitios activos con su sustrato. Algo que no es fácil de domar dado las conformaciones casi ilimitadas en las que puede existir un péptido corto simple. Tal vez cuando la computación cuántica se realice completamente en aproximadamente 50 años, tendremos acceso a enzimas personalizadas.
