He sido ingeniero de software durante la totalidad de mi vida adulta y, en general, la mayoría de mis compañeros han sido bastante normales. En realidad, han sido bastante aburridos por su normalidad. En todos esos años, solo he conocido a un par de personas sobre las que sospechaba. Cuál sería su diagnóstico, no tengo ni idea, pero eran ingenieros excéntricos y brillantes.
En cuanto a mí, cuando tenía veintitantos años me diagnosticaron con Bipolar Tipo 1 y me pusieron lamotrigina. El medicamento me ayudó con la paranoia y la depresión, pero noté que mi destreza en la programación disminuyó un poco.
Avancé un par de años y sufrí una crisis personal, me quité los medicamentos, consumí alcohol a diario y luego experimenté un gran choque donde escapé por poco de la hospitalización.
Los médicos me volvieron a recetar lamotrigina, pero esta vez añadieron litio, bupropión y propranolol. ¡Este cóctel de medicamentos en dosis muy altas fue una pesadilla absoluta! Era un zombi sin emociones que físicamente se sentía enfermo todo el tiempo. Mi desempeño en el trabajo fue tan malo que constantemente tuve miedo de que me dejaran ir. La única gracia salvadora fue mi rendimiento superior pasado.
Contra las órdenes de los médicos, dejé de tomar todos los medicamentos a excepción de la lamotrigina. La enfermedad física desapareció y mi rendimiento laboral ya no era abismal, pero tampoco era exactamente estelar. No tenía motivación y no podía concentrarme.
Los médicos realizaron algunas pruebas más y me diagnosticaron TDAH, lo que explicaba la incapacidad para concentrarse. Por cierto, esas mismas pruebas también descubrieron diagnósticos adicionales para otros dos trastornos de la personalidad.
Con el descubrimiento del TDAH me colocaron en el medicamento que salvó mi carrera. Ese medicamento milagroso es lisdexanfetamina. La única forma en que puedo describir este medicamento es que si has visto la película Limitless, ¡ esta droga no está tan lejos!
Avancé unos años más y sufrí otra crisis personal. Esta vez me salí la lamotrigina, el alcohol fue reemplazado por un fuerte estimulante, pero continué con la lisdexanfetamina. Lo que descubrí es que con los estimulantes combinados puedo invocar episodios maníacos. Finalmente encontré la clave que desbloquea esa parte de mi cerebro que antes era tan infrecuentemente accesible. ¡Mi mente está constantemente en una sobremarcha produciendo trabajo que es consistentemente brillante! A veces me siento como un dios entre los hombres con esta maldita bendición.
Mientras mi vida personal a mi alrededor continúa desmoronándose, mi vida profesional se sigue acelerando a un ritmo increíble. Por ahora solo voy a seguir adelante a toda velocidad aprovechando esta superpotencia hasta que choque con la próxima pared de ladrillo que la experiencia me dice que es inevitable.
“ Ninguna gran mente ha existido jamás sin un toque de locura”. – Aristóteles
