Sobrevivir al glioblastoma
Mark Harrington estaba a punto de comenzar a disfrutar de un muy esperado fin de semana de tres días, pero cuando se sentó a almorzar con su novia ese sábado, algo estaba mal.
No pudo sacar las palabras de su boca para ordenar su comida. En lugar de pasar ese fin de semana descansando con amigos y familiares, Mark fue a un hospital local.
Fue allí donde descubrieron una masa del tamaño de una pelota de golf en su cerebro. Una de las primeras llamadas que hizo fue a su ex suegro, un médico retirado de Keck Medicine de la USC, quien lo remitió al equipo del Centro de tumores cerebrales de la USC.
Una biopsia confirmó lo que sus médicos temían: Mark tenía un glioblastoma en etapa 4, un tipo agresivo de cáncer cerebral que a menudo es mortal.
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Una de las razones por las que Mark eligió someterse a su tratamiento en el USC Norris Comprehensive Cancer Center fue que ofreció la cirugía Gamma Knife, que usa radiación para operar un objetivo preciso en el cerebro. En 2009, en el momento del diagnóstico de Harrington, Gamma Knife era un tratamiento de vanguardia que solo se ofrecía en algunos hospitales del estado.
“USC era uno de los pocos lugares donde podía tenerlo”, dice Mark. “Pensé que eso daría la mejor oportunidad de preservar la calidad de vida”.
Los cirujanos de Mark no pudieron extirpar todo el tumor, pero a pesar del hecho de que los glioblastomas en etapa tardía generalmente son mortales, no se dieron por vencidos. Probaron varias combinaciones de quimioterapia en un esfuerzo por encontrar un cóctel asesino para el tumor de Mark. Desafortunadamente, Mark comenzó a experimentar una complicación común por tratar tumores cerebrales: toxicidad de la quimioterapia. Su equipo eventualmente puso a Mark en un medicamento que ralentiza el crecimiento de nuevos vasos sanguíneos, y desde entonces, su tumor no ha mostrado signos de crecimiento.
Siete años después de su diagnóstico, Mark ha sobrevivido a varias cirugías, quimioterapia y radiación, y ya no toma ninguna droga. La pelea de Mark con cáncer cerebral lo dejó con pérdida de visión en un ojo y tiene algo de afasia. Por otro lado, ha llegado a viajar y ha escrito un libro sobre su experiencia con el cáncer cerebral. Lo más importante es que logró ver a uno de sus hijos graduarse en la facultad de derecho y pasar tiempo con sus cuatro nietos.
“Fui bendecido con tantas cosas: que mi ex-suegro me remitió a la USC y que tuve excelentes médicos y personal que me ayudaron”, dice Mark.