El amoníaco anhidro (“sin agua”) busca agua de cualquier fuente disponible, incluido el tejido humano.
Cualquier parte húmeda del cuerpo es susceptible, pero los ojos, los pulmones, el tracto respiratorio y la piel húmeda son más vulnerables a las lesiones. Cuando el agua anhidra entra en contacto con estos tejidos, forma hidróxido de amonio, deshidratando el tejido y causando quemaduras químicas.
El lavado continuo con grandes volúmenes de agua es necesario para neutralizar este efecto y evitar la destrucción del tejido.
¿Qué hace que el amoniaco anhidro sea tan peligroso?