‘Sarah’ era una mujer joven, adolescente, todavía una niña en muchos aspectos. Pero el destino y la naturaleza le habían dado la responsabilidad de tener un hijo propio.
Su hijo estaba en la habitación con ella cuando su “ex pareja” la golpeó casi hasta la muerte. Ella todavía estaba viva, y gritando, cuando llegaron los paramédicos. Les llevó más de 30 minutos llevarla a la ambulancia.
La hija de “Sarah” estaba en la casa mientras trataban de calmarla.
Ella entró en paro cardíaco mientras la trasladaban a la cama en el Departamento de Emergencia. Ella murió, una muerte pacífica dadas las circunstancias, una hora más tarde.
El equipo de paramédicos se quedó de pie y miró durante todo el tiempo. Endurecido, resistente, capaz.
Después, se volvieron, sin hablar, y salieron de la sala de reanimación.
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Encontré a ‘Jane’ afuera, lágrimas rodando por sus mejillas. Ella estaba enojada. Desesperado por la seguridad de que la demora en abandonar la casa no había afectado las posibilidades de Sarah de sobrevivir.
¿Cómo alguien ‘superar’ eso?
Jane, trató con eso de la misma manera que todos los paramédicos, ella simplemente ‘lo hizo’. Hablamos, los dos afectados por esta horrible tragedia. Fuimos a tomar algo, hablamos un poco más. Jane dio su declaración policial, como yo, y ella continuó.
No hay opción
Todos los paramédicos que conozco siempre hacen su mayor esfuerzo. Ellos trabajan incansablemente
Y hacen lo mejor que pueden. Así es como lo hacen, lo intentan igual de difícil para cada paciente. Algunas veces fallan. Pero lo intentan de nuevo.
Haciendo su mejor esfuerzo, marcando la diferencia.