Este ha sido el problema desde una perspectiva de salud pública desde la Edad Media. La “leche diluida” ha estado sujeta a la legislación, el control, las normas, el enjuiciamiento y las sanciones. El agua utilizada para la dilución ilegal (fraudulenta) ha estado invariablemente en grave riesgo de contaminación por organismos fecales / de aguas residuales, y ha causado brotes en todo el mundo. (El más espectacular por supuesto fue una dilución / reconstitución “aprobada” de fórmulas no lecheras, pero para bebés, por grandes multinacionales, lideradas por el conglomerado de alimentos más grande del mundo: Nestlé. Las muertes entre infantes debido a enfermedades diarreicas en esos países del tercer mundo aumentaron enormemente).
Además de ser un peligro para la salud, el riego de la leche es un fraude, y debe ser enjuiciado en todo momento. Llevado al extremo, la leche de riego para lograr cero grasa, se convierte prácticamente en 100% de agua. Podría llamarse “leche homeopática”. Parece agua, sabe a agua, es agua.
Pero la eliminación de todo o parte de la grasa láctea (MF), aún retiene los “sólidos no grasos” (SNF), y eso incluye TODA la proteína, calcio y lactosa.