En mi humilde opinión, la parte más difícil es darse cuenta de que los estándares éticos no son universales. Renunciar a sus convicciones y seguir las reglas decididas por las instituciones y la sociedad.
Por ejemplo, algunos pacientes rechazan el tratamiento debido a creencias personales con las que no está de acuerdo. Es muy difícil respetar sus decisiones y su autonomía.