La mayoría de las etiquetas se calcula sumando la contribución de los ingredientes que tienen propiedades nutricionales conocidas. Es raro que el producto se muestree y analice directamente (pero sucede).
En la mayoría de los casos, el productor de un producto alimenticio busca cada uno de los ingredientes en una base de datos de alimentos y determina la contribución nutricional de cada ingrediente en la receta en función de su peso. El USDA mantiene una gran base de datos de alimentos (crudos y procesados) para referencia.
Cuando se prueban los alimentos, existen diferentes métodos para evaluar diferentes aspectos del valor nutricional. La mayoría de las empresas simplemente enviarán muestras de sus productos a un laboratorio de pruebas independiente para su análisis. Ese laboratorio quemará parte del material en un calorímetro para determinar el contenido calórico. Los componentes del alimento: grasa, proteínas, azúcares, vitaminas y minerales están separados por procesos químicos bastante simples (extracción, HPLC, etc.) y generalmente se miden cuantitativamente a través de medidas de colorimetría y densidad óptica. El laboratorio dará un informe de la composición de la comida que es mucho más extensa que lo que se requiere para una etiqueta de alimento. También suelen procesar muchas muestras y proporcionan cifras promedio y distribuciones para cada analito.
Dado que la mayoría de los alimentos están hechos de ingredientes de composición variable (por ejemplo, la cantidad de vitaminas en una zanahoria variará dependiendo de dónde se cultivó, el clima, a qué edad se cosecha, etc.), la información nutricional es necesariamente una estimación.