La sensación de “plenitud” es un truco lingüístico. No son solo los sensores de estiramiento físico en el estómago y el intestino lo que hace que el cerebro registre la saciedad, sino una rica sinfonía de señales, que incluyen respuestas hormonales al contenido de macronutrientes de la comida y señales cognitivas sobre cuánto cree que está comiendo su cerebro. Por ejemplo, si manipulas un cuenco de sopa para que se vuelva a llenar lentamente desde el fondo, los participantes del estudio comerán muchas veces más sopa antes de sentirse saciados, porque una de las claves cuantitativas del cerebro está subvertida. [1]
Uno de los propósitos de este sistema complejo es estimar el contenido de energía de la comida que ha comido. Por lo tanto, los alimentos que son menos densos en energía, como los vegetales, también son menos saciantes por gramo consumido (incluso a la vez que sacian más por kilocaloría).
Si sentirse “lleno” era, literalmente, solo una cuestión de estirar el estómago, podría comer una comida de fibra pura, sin contenido calórico alguno, y sentirse perfectamente satisfecho. Probablemente hayas notado que no funciona de esa manera.
[1] http://www.mindlesseating.org/la…