Los humanos reaccionan con repugnancia a la idea de comer cualquier alimento que se les haya enseñado que no es algo que las personas comen. Por ejemplo, si te pedí que te comieras una tarántula asada, tu reacción a esa sugerencia podría ser cualquier cosa, desde la anticipación hasta la repugnancia absoluta: incluso podrías sentirte enfermo solo de pensarlo. Y esa reacción dependería de tu cultura y educación.
Este es el factor más importante que explica por qué muchas personas reaccionan con repugnancia a la idea de beber leche humana, pero no a la idea de tomar leche de vaca. Probémoslo con otro ejemplo más cercano. ¿Cómo te sientes con respecto a la idea de tomar leche de perro? Mira, la mayoría de las personas también encuentran repugnante esa idea. 🙂
El segundo factor involucrado en esto es que los humanos portan enfermedades que otros humanos pueden atrapar. Es por eso que el canibalismo es peligroso (bueno, peligroso para el que se involucra en él, obviamente es peligroso para quienes podrían estar en el menú, jajaja). Por lo tanto, al igual que los productos sanguíneos se consideran biopeligrosos, la leche humana es un riesgo biológico, a menos que se haya probado. Pero este problema es secundario al simple fenómeno del condicionamiento cultural.
Los humanos evitan ser envenenados por tener una aversión a los alimentos que no les han enseñado que son seguros para comer. Si tus padres y todos los adultos que conoces expresaron disgusto por un alimento, es poco probable que quieras probarlo.