Hay dos tipos de fibra: insoluble, que ayuda a los alimentos a pasar a través de su sistema digestivo, y soluble, que ayuda a eliminar la grasa y reducir el colesterol. Gracias a la fibra soluble, los azúcares y las grasas entran al torrente sanguíneo a un ritmo más lento, lo que le proporciona un suministro constante de energía. “Cuando comes alimentos que carecen de fibra, tu nivel de azúcar en la sangre puede elevarse rápidamente. Luego se bloquea, provocando hambre y comiendo en exceso”, dice Tanya Zuckerbrot, RD, autora de The F-Factor Diet.
Mientras más fibra tenga un alimento, mejor. “Los productos empacados en fibra tienden a ser de baja temperatura, por lo que puede comer mucho”, dice Zuckerbrot. “La fibra te llena, porque se hincha en tu estómago cuando absorbe líquido”.
La fibra también es un héroe del corazón: ayuda a reducir el colesterol y la presión arterial, y aumenta el flujo sanguíneo. El efecto de la fibra soluble sobre el colesterol es tan potente que la FDA permite a las compañías publicitar este hecho en productos como la avena