Trate de canalizar su sentimiento de culpa en direcciones más positivas, utilizándolo para motivarse a sí mismo a realizar mejoras incrementales en su dieta. No esperes cambiar tu dieta de la noche a la mañana. En cambio, cada vez que elige un alimento, deténgase y piense cómo se sentirá al haberlo comido. Poco a poco, desarrolle el gusto por alternativas más saludables que sabrán bien y lo satisfarán, y le resultará más fácil tomar más y mejores elecciones. Preocúpese menos por el contenido de grasa y concéntrese más en reducir el consumo de azúcares y otros carbohidratos refinados; esas son las cosas malas que hacen que su cuerpo acumule reservas de grasa (y cause otros problemas de salud). En particular, evite todos los productos con jarabe de maíz con alto contenido de fructosa (especialmente soda).
Sé que puede ser difícil. He sido adicto a los dulces toda mi vida, pero he progresado en poder decir “no” cada vez más (como donas). Buena suerte.
PD: Si encuentra que no puede deshacerse de sus sentimientos de culpabilidad, es posible que desee considerar el asesoramiento. Es importante que tengamos una relación saludable con nuestra comida y que no nos sintamos mal todos los días al respecto.