La vitamina E es un nombre complejo para ocho antioxidantes: cuatro tocoferoles (α-, β-, γ-, δ-) y cuatro tocotrienoles (α-, β-, γ-, δ-). La única forma que mantiene activa en el cuerpo humano es el α-tocoferol, que es una vitamina liposoluble que se encuentra en todos los tejidos del cuerpo, principalmente en el hígado y los músculos.
La vitamina E protege la vitamina A y los ácidos grasos insaturados y, por lo tanto, protege al cuerpo de la aterosclerosis. Esta vitamina tiene un efecto probado en el sistema nervioso y las habilidades sexuales. Rejuvenece el cabello y la piel, y tiene el efecto de anticoagulante, además actúa como un diurético y participa en la cicatrización rápida de heridas.
Su papel como antioxidante es proteger al cuerpo de los efectos de los radicales libres. Una molécula de vitamina E puede proteger 200 moléculas de ácidos grasos insaturados de la acción de los radicales libres. Según los cardiólogos, la vitamina E administrada durante un ataque cardíaco puede proteger al cuerpo de más complicaciones, así como también aumentar la resistencia después de una cirugía cardíaca. Su uso regular recupera el cuerpo en pacientes mayores y protege contra infecciones. Se usa en pacientes que tienen enfermedad pulmonar, enfermedad de Parkinson, dificultad para moverse y evitar abortos.
Las dosis diarias recomendadas de vitamina E para mujeres adultas sanas es de 8 mg de α-tocoferol al día, mientras que para un hombre adulto sano es de 10 mg de α-tocoferol al día.
La vitamina E se encuentra en la mayoría de los aceites vegetales, nueces, vegetales con hojas verdes (espinaca), maíz, semillas de girasol, calabaza y el aguacate.
Fuente: ¿Por qué necesitamos vitamina E? Beneficios, fuentes y funciones